Tal vez por eso se alejó de ti por algún tiempo, para que ahora lo recibas para siempre
Reflexionando pastoralmente en la epístola a Filemón
En estos días estoy leyendo en mis tiempos devocionales la carta de Pablo a Filemón y me siento que estoy leyendo más el corazón de Pablo que la carta misma.
Escucho un Pablo anciano con un corazón más parecido al de Bernabé, que al del Saulo de los primeros años de ministerio.
El Pablo intransigente no podía considerar que Marcos volviera a ser parte de su equipo después que lo había abandonado - Hechos 15:36-41 - Pero el Pablo con el peso de los años y con el camino recorrido en el ministerio se ha transformado en un reconciliador con visión de reino.
Un Pablo reconciliador, que entiende, por haberlo vivido en carne propia, el abandono de quién se suponía que te acompañaría en la tarea emprendida. Un Pablo que entendía de la traición y la competitividad en el ministerio, porque lo experimentó - Filipenses 1:15-17 - Y ahora en esta carta de su vejez es un Pablo intercediendo frente a uno de los anfitriones de una iglesia-casa en Colosas llamado Filemón, pidiéndole que reciba, e incluso con cierta insinuación a emancipar, a Onésimo, el esclavo que le había abandona.
Por sobretodo leo a un Pablo que la vida en el ministerio le enseño a recibir con los brazos abiertos a aquellos que lo dejaron con los brazos vacíos cuando más él los necesitó.
Cuando aquel que se suponía que te sería útil en el ministerio, te es inútil, no lo descartes para siempre, entrégaselo a Dios para que, en el proceso de gracia divina que es formadora, lo alcance y te lo regrese transformado para que entonces lo habilites en su llamado, antes que en lo que tú necesitas en tu propio llamado.
Foto tomada el sábado 4 de marzo del 2023 en El Camino de Santiago, en España, después de haber caminado más de 80 kilómetros en cuatro días, a un día de llegar a Santiago de Compostela. Experiencia increíble que tuve la oportunidad de vivir con mi familia.
La mayoría de nosotros tenemos un Marcos en nuestra historia como pastores. Y en mayor o menor proporción tenemos un Onésimo en nuestras iglesias que nos ha dejado y se ha ido. Pero en este maravilloso camino del ministerio los vamos a volver a encontrar, porque a pesar de su inmadurez, rebeldía o desprecio, vuelven a nosotros. Y vuelven redimidos y restaurados porque ellos también tiene un llamado al ministerio.
En otro tiempo te era inútil, pero ahora nos es útil tanto a ti como a mí … De modo que, si me tienes por compañero, recíbelo como a mí mismo. Filemón 1:11-17
Y entonces, ¿Qué vamos a hacer?
Pablo aprendió la lección de su intransigencia con Marcos, y ahora que le pide a Filemón que reciba a Onésimo, menciona al mismo Marcos como uno de sus colaboradores … te saluda Marcos … uno de mis colaboradores … ¿no les parece sugestivo?
Todo Pablo tiene su Marcos y todo Filemón tiene su Onésimo. Por eso les animo a que miremos en nuestros Marcos y Onésimos lo que hoy son por la gracia redentora del Señor y no lo que nos hicieron en su inmadurez.
Y si hoy tienes la oportunidad de recibirlo para que también cumpla con el llamado de Dios en su vida, recíbelo, para amarlo y emanciparlo, porque le es útiles al Señor y a su obra, como estoy seguro te será útil a ti también, pero ahora como tu consiervo en el ministerio.
8 Por eso, aunque en Cristo tengo la franqueza suficiente para ordenarte lo que debes hacer, 9 prefiero rogártelo en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero de Cristo Jesús, 10 te suplico por mi hijo Onésimo, quien llegó a ser hijo mío mientras yo estaba preso. 11 En otro tiempo te era inútil, pero ahora nos es útil tanto a ti como a mí. 12 Te lo envío de vuelta y con él va mi propio corazón. 13 Yo hubiera querido retenerlo para que me sirviera en tu lugar mientras estoy preso por causa del evangelio. 14 Sin embargo, no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que tu favor no sea por obligación, sino espontáneo. 15 Tal vez por eso Onésimo se alejó de ti por algún tiempo, para que ahora lo recibas para siempre, 16 ya no como a esclavo, sino como algo mejor: como a un hermano querido, muy especial para mí, pero mucho más para ti, como persona y como hermano en el Señor. 17 De modo que, si me tienes por compañero, recíbelo como a mí mismo. 18 Si te ha perjudicado o te debe algo, cárgalo a mi cuenta. 19 Yo, Pablo, lo escribo de mi puño y letra: te lo pagaré; por no decirte que tú mismo me debes lo que eres. 20 Sí, hermano, ¡que reciba yo de ti algún beneficio en el Señor! Reconforta mi corazón en Cristo. 21 Te escribo confiado en tu obediencia, seguro de que harás aún más de lo que te pido.